QUIÉN FUE REALMENTE MOLOCH?
EXISTIÓ, O ES OTRA DE LAS FALSAS IDENTIDADES DE JEHOVÁ.
Por años se había creído que Moloc y Jehová eran la diferencia entre la barbarie y la iluminación de un pueblo, del Pueblo de Sion, al dejar de adorar a un demonio sangriento y entregarse al culto de un dios todopoderoso que los había elegido como su gente predilecta.
Sin embargo, recientes descubrimientos parecen comprobar que Moloc nunca existió como tal, sino que se ha tratado siempre del propio Jehová, en uno de los tantos errores que se han cometido en la interpretación de la historia humana.
"Géenna" es una palabra griega usada para describir un lugar de castigo o tortura.
Este mismo concepto es usado por los antiguos judíos con el vocablo hebreo "Ge Hinom", alusivo al valle de Hinom, cerca de Jerusalén.
Dicho lugar fue en el pasado un activo sitio de culto, en donde los judíos sacrificaban y quemaban a sus hijos primogénitos y a niños pequeños al dios Moloc, un demonio venerado por pueblos esclavos que exigía mucha muerte y mucha sangre como forma de liturgia (2 Crónicas. 28:3; 31:1, 6).
Hinom terminó siendo conocido también con el aterrador nombre del "Valle de la Matanza". Los relatos de tiempos bíblicos hablan que los cadáveres de los asesinados en honor a Moloc eran enterrados hasta que el sitio no daba a bastos, mientras que otros debían quedar a la intemperie, convirtiéndose en comida para las aves carroñeras:
Jeremías 7:30-34 Porque los hijos de Judá han hecho lo malo ante mis ojos, dice Jehová; pusieron sus abominaciones en la casa sobre la cual fue invocado mi nombre, amancillándola.
31 Y han edificado los lugares altos de Tofet, que está en el valle del hijo de Hinom, para quemar al fuego a sus hijos y a sus hijas, cosa que yo no les mandé, ni subió en mi corazón.
32 Por tanto, he aquí vendrán días, ha dicho Jehová, en que no se diga más, Tofet, ni valle del hijo de Hinom, sino Valle de la Matanza; y serán enterrados en Tofet, por no haber lugar.
33 Y serán los cuerpos muertos de este pueblo para comida de las aves del cielo y de las bestias de la tierra; y no habrá quien las espante.
34 Y haré cesar de las ciudades de Judá, y de las calles de Jerusalén, la voz de gozo y la voz de alegría, la voz del esposo y la voz de la esposa; porque la tierra será desolada.
El lugar de muerte y crema constante, alimentada por continuas cargas de azufre, fue llamado "Seol". Miles y miles de muertos ardían en el "Seol"; todos ellos sin sumarles los otros tantos miles de animales que seguramente eran sacrificados en el mismo período para tal divinidad.
Este panorama infernal sólo se ha vuelto a ver en algunos pueblos centroamericanos de los tiempos precolombinos.
Tal era la cantidad de cadáveres apilados en el valle, que se optó por quemarlos, naciendo así la tradición holocaustico de la quema ritual del cuerpo sacrificado.
Con el pasar de los años llegó a ser un lugar que funcionaba simultáneamente como sitio sagrado y como el depósito de desechos de Jerusalén, a usársele para quemar basura y cadáveres.
El espectáculo que debía haberse visto entonces era ciertamente sobrecogedor, una postal terrorífica de fuego, muerte e inmundicia, con columnas de humo negro y vapores fétidos provenientes de la crema y la podredumbre.
Los judíos habían configurado la idea de un Infierno desde la cultura Persa y Babilonia, pero con esta nueva fuente de inspiración, van decorando su idea del averno con las características azufreras y piromanía cas con que hoy se identifica popularmente al reino del Diablo.
En otras palabras, el sagrado valle de Hinom es el Infierno bíblico.
Más aún lo fue, cuando la tradición del valle incorporó la posibilidad de sacrificar a los niños arrojándolos directamente al fuego, aún vivos.
Se supone que Moloc era deidad amonita y moabitas, denominada Milcom en otros casos.
El valle de Hinom es llamado también Tofet. Allí, el Rey Salomón edificó lugares altos donde posteriormente eran sacrificados los niños en honor de los ídolos, representados en varias estatuas que los hijos de Amón habían erigido como dioses.
De todos ellos, el que más veces cita la Biblia es Moloc, símbolo de este culto judío infanticida: "Antes pusieron sus abominaciones en la casa en la cual es invocado mi nombre, contaminándola. Y edificaron lugares altos a Baal, los cuales están en el valle del hijo de Hinom, para hacer pasar por el fuego sus hijos y sus hijas a Moloc; lo cual no les mandé, ni me vino al pensamiento que hiciesen esta abominación, para hacer pecar a Judá" (Jeremías 32:34-35).
Esta estatua, según la leyenda, era de bronce y tenían cabeza de becerro.
Para el sacrificio, calentaban con antorchas sus manos extendidas hasta colocarlas al rojo vivo, y después depositaban sobre ella el cuerpo del niño o bebé elegido para el sacrificio, donde le esperaba, evidentemente, una horrible y nada de rápida muerte.
Reyes de judá como Acaz y Manasés, incurrieron en esta práctica sacrificando a sus propios hijos.
Sin embargo, dada las diferencias que la Biblia establece entre Moloc y Jehová, nunca se había tenido la sospecha de que pudiesen tratarse de lo mismo.
De hecho, el dios de los Judíos reclama constantemente contra el culto al demonio infanticida: "No des hijo tuyo para ofrecerlo por fuego a Moloc; no contamines así el nombre de tu dios" (Levítico 18:21).
O bien: "Cualquier varón de los hijos de Israel, o de los extranjeros que moran en Israel, que ofreciere a alguno de sus hijos a Moloc, de seguro morirá; el pueblo de la tierra lo apedreará.
Y yo pondré mi rostro contra el tal varón y lo cortaré de entre su pueblo, por cuanto dio de sus hijos a Moloc, contaminando su santuario y profanando mi santo nombre... con todos los que se prostituyeron con Moloc" (Levítico 20:2-5).
Cuando el Rey Josias dicta una severa orden de prohibición de cualquier tipo de sacrificios humanos en el valle de Hinom, el lugar se usaría de ahí en adelante sólo como basurero y depósito de desperdicios, pero también recibiría los cuerpos muertos de animales y de criminales que habían sido ejecutados sin sepultura.
Se habían convertido así en un lugar aborrecible, desagradable a los sentidos, y con un pasado macabro, donde el fuego ardía día y noche consumiendo la basura y la carne muerta.
Era el Infierno de Moloc... "Pues es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado en Gehenna" (Mateo 5:29).
De ahí en adelante, los sacrificios pasan a ser de preferencia con animales y en honor a Jehová... ¿Por qué este cambio de hábito y de dios?
El "Gehenna" pasa a ser así, también, la promesa de una amenaza, de un fuego apocalíptico, temible. "Y la Muerte y el Hades fueron lanzados al lago del fuego. Esta es la muerte segunda.
Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego"
(Apocalipsis 20:14-15).
Los arqueólogos han descubierto, sin embargo, que la expresión "Moloch", original de Moloc, no se refiere particularmente a un ídolo o demonio como lo sugiere erradamente la Biblia, sino que más bien al tipo de culto que incluye el sacrificio de niños y la quema ritual de los cuerpos.
Y este culto está relacionado (y aquí viene lo sorprendente) , ¡con el propio Jehová!
Efectivamente, la inexplicada ausencia de representaciones arqueológicas y artísticas de Moloc ha quedado explicada a fines de los años '90, cuando una serie de hallazgos y nuevas teorías permitieron armar el rompecabezas y descubrir que la existencia de Moloc estaba siendo forzada a partir de las imprecisas afirmaciones bíblicas más que en los descubrimientos.
El término "Moloch" era así el tipo de culto rendido a Jehová; el valle del Hinam era el lugar de veneración del dios Judío y el fuego del Gehena no era otra cosa que su propio fuego...
Moloc siempre estuvo entre ellos y entre nosotros, hasta nuestros días. Ahora todo calza. Incluso los simbolismos bíblicos, como la entrega para el "sacrificio" que hace el propio Jehová con su supuesto hijo Jesús, cosa que es falsa, pues Jesús El Cristo Es hijo Del verdadero Dios Del Universo.
La cruel petición hecha a Abraham de asesinar en su honor a su primogénito y la complacencia de este dios Judío hacia masacres en masa, como la de Persia en los tiempos de Esther, son algunas de las manifestaciones de criminalidad ritual propiciada por este Moloc que ha maquillado su identidad de la mano de los nuevos judíos jerosolimitanos, que han olvidado de algún modo los horrores del valle de las Matanzas que alguna vez les fue atractivo.
Esto explica también que en fases decadentes de algunas culturas que asimilaron en su sociedad a los judíos, como fenicios y cartagineses, comenzaran a practicar progresivamente el infanticidio molocquiano en sus rituales, dentro de cavernas-templos, con ceremonias que incluían la quema de fetos y neonatos, en honor a las personalidades del dios Baal, ahora asociado injustamente a un demonio, a Moloc, pudiendo salir de allí la versión demonizada de esta antigua divinidad: Beelzebut (Baal - Zebut).
Esto coincide con la expansión del monoteísmo jehovítico por algunos pueblos del Mediterráneo.
La idea de la absorción de energía vital por medio de la sangre es un concepto típico del judaísmo. Es practicado entonces a través de la tradición molocquiana, pero subsiste hasta nuestros días en el ininterrumpido sacrificio de animales en honor a Jehová, en la cocina "kosher", que sólo les permite comer carne de animales sacrificados ritualmente, y por supuesto, en los holocaustos, que requieren la quema completa del cuerpo de la bestia ofrecida a Jehová.
Encontramos así otra explicación a la criminalidad propia del Pueblo de Sion, como un deber molocquiano alojado precisamente en su arquetipo de pueblo jehovítico, de Pueblo Judío.
Moloc, aquel demonio que no era otro que el propio Jehová, encarna también la esencia orgánica de esta raza criminal y fundamentalistas, al vivir a expensas de la energía y la capacidad de otros, al usufructuar de la vitalidad de las masas humanas y al tener una vida que podríamos catalogar de "vampírica", porque Moloc-Jehová, al necesitar proveerse de sangre para su existencia, es también un vampiro, un dios-Vampiro, he allí el origen de todas las aberraciones de Antiguo Testamento, que Julius Streicher definía como "un horrible folletín criminal, lleno de asesinatos, incestos, fraudes, robos e indecencia".
Como un comentario final, recordaremos a nuestro lector que el judaísmo viene practicando desde hace siglos una relación selectiva de mezcla con las demás razas humanas, especialmente al procurar matrimonios entre mujeres representantes del "Pueblo Elegido" y algunos elementos masculinos de los grupos de la aristocracia de cada país o cultura.
Esto no sólo le permite acceder a sitios de importancia en la sociedad correspondiente, sino que liquida además la tendencia aristocrática del linaje correspondiente, al inocularle el germen judío.
Esta es la esencia de la sencilla manipulación vampírica de las mezclas de sangres propiciadas por el judaísmo jehovítico...
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