Charles Bukowski
“Mi madre, pobre pececillo,
deseosa de ser feliz, apaleada dos o tres veces por
semana, diciéndome que fuera feliz: “¡Henry, ¡sonríe!
¿por qué no sonríes nunca?”
y entonces sonreía ella, para enseñarme,
y era la sonrisa más triste que he visto nunca.
un día se murieron los peces, los cinco,
quedaron flotando en el agua, de lado,
con los ojos todavía abiertos,
y cuando mi padre llegó a casa se los tiró al gato
en el mismo suelo de la cocina y nosotros nos quedamos mirando y mi madre
sonreía.”
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