“Del amigo”. —Wilhelm Frierdrich Nietzsche Del amigo. Nuestra fe en otros delata lo que nosotros quisiéramos creer de nosotros mismos Uno siempre a mi alrededor es demasiado» - así piensa el eremita. «Siempre uno por uno - ¡da a la larga dos!» Yo y mí están siempre dialogando con demasiada vehemencia: ¿cómo soportarlo si no hubiese un amigo? Para el eremita el amigo es siempre el tercero: el tercero es el corcho que impide que el diálogo de los dos se hunda en la profundidad. Ay, existen demasiadas profundidades para todos los eremitas. Por ello desean ardien- temente un amigo y su altura. Nuestra fe en otros delata lo que nosotros quisiéramos creer de nosotros mismos. Nuestro anhelo de un amigo es nuestro delator. Y a menudo no se quiere, con el amor, más que saltar por encima de la envidia. Y a menudo atacamos y nos creamos un enemigo para ocultar que somos vulnerables. «¡Sé al menos mi enemigo!» - así habla el verdadero respeto, que no se atreve a solici- tar amistad. Si se quiere