La tristeza inesperada
Empieza mi corazón a latir con la fuerza del mismo infierno, no sé que va a ser de mí. En sus ojos hay tanto frío que quema, que duele, que arde. Por momentos, creo que ya pasé a la historia, que ya no formo parte de su vida, ni siquiera de sus recuerdos, en otros, siento que me odia.
Quizás solo es mi mente, la que me autosabotea, tal vez no pasa nada y soy yo la que se forma tormenta de gusto. Hoy ya no quiso deyunar conmigo, el café se enfrió y mi sangre se congeló, dolió y bastante.
Me sentí una estúpida, una perra aguardando un poco de amor, una caricia, algo… y nada. Me va a estallar el pecho ante tanta indiferencia. Una leve sonrisa se escapó de sus labios, y yo tengo miedo, no sé si estoy soñando; quisiera despertar de esta pesadilla. ¿Dónde está aquel que me juró amor eterno? ¿Dónde está el hombre que prometió jamás dañarme? ¿Dónde está su amor?... Porque siento que a oscuras me estoy muriendo de amor.
Zíngara
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