Prefacio de El retrato de Dorian Gray, 1891. Oscar Wilde
“No existen malas ni buenas influencias. Toda influencia es inmoral, inmoral desde el punto de vista científico.
Porque influir en alguien es darle nuestra propia alma.
Ello hace que no piense con su verdadera mente y que no sienta sus pasiones naturales. Sus virtudes no son reales para él. Sus pecados, si es que existen, son algo prestado. Se convierte en el eco de una música extraña, en actor de algo que no ha sido escrito por él. El fin de la vida es el propio desenvolvimiento. Realizar nuestra naturaleza perfectamente, para eso estamos aquí. Las personas se asustan de sí mismas. Han olvidado el más alto de los deberes, el deber para consigo mismas”.
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