CLEOPATRA, LA PRIMERA FEMME FATALE
Tenía fama de poseer modales dulces y refinados y una sugerente voz, cosas que hacían de ella una mujer muy seductora. Su belleza no era tal que deslumbrase, pero su trato tenía un atractivo inevitable, y su figura, ayudada de su labia y de una gracia inherente a su conversación, parecía que dejaba clavado un aguijón en el ánimo, según cuenta el historiador Plutarco.
Cleopatra heredó el trono en el año 51 a. C., cuando tenía 17 años, junto con su hermano Ptolomeo XIII, de sólo 12 años, quien sería además su primer esposo.
Julio César: el primer gran amor de Cleopatra.
El primer gran amor de Cleopatra fue Julio César, testamentario de Ptolomeo XII, (padre de Cleopatra), que queriendo solucionar el conflicto entre los hermanos y esposos, se dejó persuadir por Cleopatra para que tomara partido por ella. Cleopatra accedió al palacio real de Julio César envuelta desnuda en una rica alfombra, y aquí, dice la leyenda que empieza un amor arrollador.
No sólo pasaban la mayor parte del tiempo juntos, bien en largas fiestas y banquetes reales o en viajes por el Nilo, sino que César, única y exclusivamente por amor, entró en una guerra muy complicada en Egipto, contra Pompeyo, en la que puso en peligro el imperio romano, y donde perdió la vida Ptolomeo XIII ahogado en el río Nilo, tratando de huir de Alejandría.
Cleopatra, para poder seguir gobernando, tuvo que casarse con otro de sus hermanos, Ptolomeo XIV, pero el faraón solo tenía 10 años, con lo cual se vio de nuevo con las riendas de Egipto.
Cleopatra y Julio César convivieron como amantes y fruto de su relación nació Cesarión, aún así nunca fue aceptada por el pueblo romano, que la miraba con desconfianza, aunque vivió en Roma como concubina en la villa de César.
Tras el asesinato de Julio César a manos de un grupo de familias senatoriales republicanas, Cleopatra regresa a Egipto con su hijo, pero temiendo que su hermano-esposo Ptolomeo XIV quisiera tener más poder del que a ella le convenía, lo envenena, estableciendo a su hijo Cesarión como su corregente.
Marco Antonio: unidos de por vida.
Estando Marco Antonio, general y político romano, amigo de Julio César, en Tarso, llamó a Cleopatra para que acudiese en su ayuda. La reina de Egipto acudió pero con la condición de que la reunión se desarrollase en su barco, y para deslumbrar a Marco Antonio, navegó con los remos de plata, las velas púrpuras y todo el lujo al que estaba habituada. El encuentro duró cuatro días en los que se enamoraron y Marco Antonio decidió quedarse en Egipto al lado de Cleopatra, pero los asuntos de Roma llamaron al general y tuvo que regresar a la capital del Imperio. Allí cumplió con la promesa de casarse con Octavia, hermana de Octavio Augusto.
Tras la marcha de Marco Antonio, Cleopatra dio a luz a dos gemelos. No volvieron a verse hasta cuatro años después. Contrajeron matrimonio pero sin repudiar a Octavia. Tuvieron otro hijo y llevaron una vida de lujo y derroche, nombrando a sus hijos herederos de varios Estados.
Finalmente Marco Antonio repudió a Octavia, y el hermano de ésta, Octavio Augusto, indignado, consiguió poner al Senado en contra de Marco Antonio y así comenzó la guerra.
Octavio se alzó ganador gracias a la retirada de los barcos de Cleopatra, seguidos por los de Marco Antonio, que abandonó a sus soldados en el campo de batalla para seguirla.
Plutarco cuenta que Marco Antonio “no estaba en posesión de sus facultades, parecía estar bajo los efectos de una droga o brujería. Estaba siempre pensando en ella, en vez de pensar en vencer a sus enemigos”.
Marco Antonio engañado por un falso informe sobre la muerte de Cleopatra, se suicidó dejándose caer sobre su propia espada.
Tras la muerte de Marco Antonio, Cleopatra decide morir. Las heridas que se hizo en el pecho, llorando ante el cuerpo de Marco Antonio, se habían infectado y la fiebre así como la negativa a ingerir alimentos, hacen temer lo peor.
Octavio comprende la importancia política de que Cleopatra desfilase junto a él en la conmemoración de su “Triunfo”, simbolizando con ello la superioridad y la victoria sobre la humillada enemiga a la que el pueblo de Roma tanto odiaba.
Cleopatra se recupera e intenta repetir la maniobra seduciendo a Octavio, tal y como hizo con Julio César y Marco Antonio, pero éste es un hombre frío y calculador y, cuenta la leyenda que no le gustó su nariz, haciendo inmortal la frase “si la nariz de Cleopatra hubiese sido más corta, la historia del mundo habría cambiado”
Así que Cleopatra, negándose a la humillación de ser exhibida por las calles de Roma, y viendo su futuro como una esclava, elige la única salida posible. Se hizo vestir con sus mejores galas y se dejó morder por un áspid. Antes de fallecer escribió una carta a Octavio en la que le comunicaba su deseo de ser enterrada junto a Marco Antonio, y así se hizo.
Su suicidio en el año 30 a.C. marca el final del esplendor del Antiguo Egipto, al ser incorporado como una provincia más al Imperio Romano, concluyendo así 3.000 años de historia ininterrumpida en la tierra de los Faraones.
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