David Safier | Maldito karma
"Al cabo de unos segundos, estábamos desnudos y revolcándonos. Antes siempre me había avergonzado un poco mi celulitis, tenía la sensación de que mi cuerpo no era perfecto ni lo bastante atractivo. Ahora me encontraba en un cuerpo que realmente ninguna revista femenina consideraría perfecto, y me importaba un bledo. Después de pasar dos años en cuerpos de animales, estaba contenta de volver a ser una persona. Una persona que practicaba el sexo. Con Daniel Kohn.
Y tampoco a él parecía importarle mi sobrepeso. En el sexo conmigo se comportaba según el lema: lánzate y disfruta. Por un lado, porque percibía mi alma; por otro —como descubrí más tarde—, conmigo se dio cuenta de que las modelos de Rubens le resultaban más sensuales que las rubitas delgadas con las que solía acostarse. (“¡Te clavan los huesos y te haces daño!”)
Si las revistas femeninas llegaran a descubrir que los hombres como Kohn no encuentran atractivas a las mujeres delgadas, los pilares de las redacciones se verían sacudidos".
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