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Aghoris

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  Los Aghoris viven del otro lado del Ganges en la ciudad sagrada de Varanasi, India, pratican un culto que se mueve entre la India y Nepal. El enfoque de Aghori es asumir los tabúes obvios y romperlos. Rechazan las nociones normales de bueno y malo. Su camino hacia el progreso espiritual involucra prácticas locas y peligrosas, como comer carne humana e incluso sus propias heces. Pero creen que al hacer estas cosas que otros evitan, alcanzan un mayor estado de conciencia. Las tradiciones que se practican hoy parecen ser de origen reciente: la palabra Aghori comenzó a ganar fuerza solo durante el siglo XVIII pero han asimilado una serie de prácticas de los temidos ascetas Kapalikas (literalmente "portadores de cráneos"), que se han documentado desde el siglo VII. Los Kapalikas incluso practicaban sacrificios humanos, pero esa secta ya no existe. La misión de los Aghori es aceptar lo que disgusta a la sociedad, es por esto que en ocasiones especiales consumen restos de persona

POEMA PARA DANTE

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  Dante, colega, el Infierno está aquí, ahora. ojalá lo vieras. Hemos dado con la fórmula para cargarnos el planeta y ahora hemos dado con otra para abandonarlo. Pero la mayoría tendrá que quedarse y morir. Ya sea por la Bomba o por la basura de huesos amontonados y otros contenedores descargados, y mierda y cristal y humo. Dante, colega, el Infierno está aquí, ahora, y la gente todavía contempla rosas, monta en bici, trabaja cada día, compra cosas y cuadros y coches; la gente sigue copulando por todas partes, y los jóvenes ven lo que les rodea y claman que el mundo debería ser un lugar mejor, como siempre han hecho, y luego han envejecido y han participado en el mismo juego de mierda. Solo que ahora los juegos de mierda de la historia han jodido tanto todo que parece imposible arreglarlo. Algunos lo siguen intentando: los llamamos santos, poetas, locos, idiotas. Dante, colega, ¡oh Dante!, colega, deberías vernos ahora. [Tormenta para los vivos y los muertos].

El otro día una mujer le decía a otra, antes de ser mamá, viaja, disfruta, descansa, porque luego los hijos no te dejan hacer nada.

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  Y tiene razón... Los hijos no te dejan hacer nada: No te dejan dormir, No te dejan bañarte, No te dejan comer despacio... No no... No te dejan comer, No te dejan... No te dejan hablar por teléfono, No te dejan medirte ropa en la tienda, No te dejan viajar ligero, No te dejan ir al baño, No te dejan. Los hijos no te dejan hacer nada: No te dejan estar triste, No te dejan perder el tiempo, No te dejan retroceder, No te dejan dar menos del máximo, No te dejan estancarte, No te dejan decir no puedo, No te dejan ser cobarde, No te dejan de enseñar, No te dejan de inspirar. No te dejan de alimentar el alma, No te dejan hundirte, No te dejan rendirte, No te dejan de hacer reír. Los hijos no te dejan hacer nada... NADA QUE NO SEA SER MEJOR, NADA QUE NO SEA SER FELIZ.  

Cuídala...

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  Pero no la cuides del amigo que la piropea... ese no es el enemigo. No la cuides del compañero que la invita a salir... ese no es el enemigo. No la cuides del vecino que le echa piropos... ese no es el enemigo. Y menos aún la cuides de un desconocido que le envía detalles... ellos no son el enemigo. Las mujeres se enamoran y son leales! Son leales a la persona que con esfuerzo y dedicación se ganó su corazón. Son leales a la persona que día a día le quito los miedos y le brindo paz. Cuídala! Cuídala bien pero del verdadero enemigo... y ese enemigo así te duela, eres tú! Si, tú. eres el único que puede hacer que día a día ella pierda esa admiración por ti, que día a día sienta que le está siendo leal a una persona que no merece su lealtad. El único enemigo que tienes eres tú mismo. Si temes que alguien le hable bonito... háblale más bonito tú. Si temes que alguien le regale flores... llévale tú unas más lindas. No te escudes en qué hay otros con más dinero, con mejor estatus social o

LAS VACAS NO DAN LECHE AMIGOS.

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  Un campesino acostumbraba a decirles a sus hijos cuando eran niños: —Cuando tengan 12 años les contaré el secreto de la vida. Cuando el más grande cumplió los 12 años, le preguntó ansiosamente a su padre cuál era el secreto de la vida. El padre le respondió que se lo iba a decir, pero que no debía revelárselo a sus hermanos. —El secreto de la vida es este: La vaca no da leche. —¿Qué dices?, preguntó incrédulo el muchacho. —Tal cual lo escuchas, hijo: La vaca no da leche, hay que ordeñarla. Tienes que levantarte a las 4 de la mañana, ir al campo, caminar por el corral lleno de excremento, atar la cola y las patas de la vaca, sentarte en el banquito, colocar el balde y hacer los movimientos adecuados. Ese es el secreto de la vida, la vaca no da leche. La ordeñas o no tienes leche. Hay una generación que piensa que las vacas DAN leche. Que las cosas son  automáticas y gratis: deseo, pido, y obtengo. “Hay quienes piensan que las vacas dan la leche". Que las cosas son automáticas y g

historias geniales para reflexionar

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  Hoy fui a secar los platos que lavó mi hija y me encontré con una cuchara llena de jabón! ¡Al mismo tiempo tomé la cuchara en mi mano y le iba a decir: "mira eso, ¡por qué no sabes ni lavar una cuchara!" Llegué a la puerta del dormitorio y la vi durmiendo, ¡volví a la cocina muy enojada! Cuando llegué a la cocina, me sorprendí al mismo tiempo, “Dios mío, mira cuántos cubiertos limpios dejó y yo le iba a cobrar por una cuchara, ¡qué ignorancia!”. Y somos así, la gente hace muchas cosas maravillosas pero ¿qué vemos? ¡Los pequeños defectos! Tenemos que valorar, aprender, amar, agradecer más!

PAZUZU, EL DIABLO SUMERIO DE LA PELÍCULA «EL EXORCISTA»

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  En la religión sumeria el infierno no era un lugar de condenación. Para los sumerios no existía la idea del premio o del castigo tras la muerte. Los seres humanos habían sido creados para servir a los dioses, y el pecado sólo existía, por tanto, relacionado con las faltas contra la divinidad. El infierno (lo llamaban “mundo del otro lado”) era concebido como un sitio al que se iba tras la muerte y en dicho lugar no había sabores, ni colores, ni olores… Era un sitio gris, aburrido e insípido. Si tenías suerte y habías adulado lo suficiente a los dioses, se te podría permitir pasar la eternidad a su servicio en alguno de los palacios infernales. Por lo menos no te aburrirías tanto. También al servicio de los dioses se encontraban los diablos y las diablesas. Éstos, al contrario que en la cultura judeocristiana, no eran esencialmente malignos. Digamos que se limitaban a hacer su trabajo, que consistía en ajustarle las cuentas a los humanos cuando ofendían a un dios. Por supuesto que, al