Emil Cioran | Ese Maldito Yo

 Descubro indefectiblemente un comienzo de desbaratamiento en todos aquellos a quienes les interesan las mismas cosas que a mí... He leído un libro sobre la vejez únicamente porque la foto del autor me incitaba a ello. Esa mezcla de rictus y de imploración, y esa expresión de estupor convulsivo, ¡qué reclamo, qué garantía! «Este mundo no ha sido creado según el deseo de la Vida», se dice en el Ginza, texto gnóstico de una secta de Mesopotamia. A recordar siempre que no se disponga de un argumento mejor para neutralizar un desencanto. Tras tantos años, tras toda una vida, volví a verla. «¿Por qué lloras?», le pregunté de entrada. «No lloro», me respondió. Y en efecto no lloraba, me sonreía, pero habiendo la edad deformado sus rasgos la alegría no podía ya acceder a su rostro, en el que se hubiera podido leer: «Quien no muera joven, se arrepentirá tarde o temprano». No deberíamos molestar a nuestros amigos más que para nuestro entierro. Y aún así... Quien vive demasiado malogra su... biografía. En resumidas cuentas, sólo pueden considerarse plenamente realizados los destinos rotos. El hastío, ese achaque con reputación de frívolo, que nos hace vislumbrar, sin embargo, el abismo del que emana la necesidad de rezar. «Dios no ha creado nada que odie más que este mundo y tanto lo odia que desde el día en que lo creó no ha vuelto a mirarlo.»

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