Nikola Tesla
Este extraño personaje que fue Nikola Tesla se adelantó tanto a su tiempo, sus inventos fueron tan extraordinarios y sus contactos extraterrestres tan increíbles, que muchos creyeron ver en él a un ser venido de otro planeta, más precisamente, de Venus.
Nikola Tesla nació en la zona de los Alpes, en Croacia el 9 de julio de 1856. Hijo de un pastor de la Iglesia y de una mujer muy famosa en la región por su extraordinaria inteligencia, una mujer que -por ejemplo- tenía una memoria fotográfica y recitaba de memoria miles de poemas servios y pasajes bíblicos. Este extraordinario inventor fue básicamente un “descubridor de nuevos principios”. Fue el inventor de los generadores de corriente alterna multifásica que hoy iluminan todas las ciudades del mundo.Fue el inventor original de la radio, hecho que registró en papeles y demostró públicamente cinco años antes que Marconi. También a comienzos de éste siglo discutía la factibilidad de lograr la televisión tal como la concebimos hoy y que apareció masivamente después de su muerte.
Creó también un desintegrador atómico capaz de evaporar rubíes y diamantes.
Construyó lámparas de neón sin hilos, que daban más luz que las actuales.
Entre sus fabricaciones se cuentan también los precursores de los actuales microscopios electrónicos, las fotografías láser y lo que el llamó las “sombragrafías” que no eran otra cosa que las placas logradas con Rayos X, que mando en 1895 a Roentgen, el descubridor de estos rayos, quien pudo constatar la similitud de las placas que había logrado, con las que mucho tiempo antes Tesla usaba.
También 75 años antes de que el gran investigador Kirliam diera su nombre a la máquina capaz de fotografiar el cuerpo energético de seres vivos y plantas, Nikola Tesla experimentaba con ella. Todos estos excelentes inventos los logró antes del 1900.
Trabajo muy cerca de Thomas Edison, vendió sus patentes en un millón de dólares a George Westinghouse, fue gran amigo del escritor Mark Twain y contó con el apoyo financiero de J.P. Morgan, el magnate de su época; pero aún así, muy poca gente ha escuchado hablar de él; incluso se lo conoce más por la literatura ocultista que por sus inventos.
Y cuando hablo de su relación con el ocultismo, me refiero específicamente a la versión de su nacimiento venusino, apoyada esta creencia en la capacidad psíquica de Tesla, su celibato y sus contactos extraterrestres registrados en 1900; además de su capacidad inventiva adelantada a su tiempo.
Después de su muerte, en 1956, la escritora Margaret Storm en su libro “Retorno del Ave” y refiriéndose a Tesla decía que fue un hombre que “cayó a la Tierra” con la misión de iluminar a la humanidad y traer la automatización. Tesla, por su parte, se reía de la parapsicología y el espiritismo y afirmaba que el hombre es una máquina. Atendía su cuerpo con lo que llamaba “principios de ingeniería”, seguía una dieta vegetariana y dormía solamente tres horas diarias.
Entre las proezas, se cuenta que miles de voltios eléctricos pasaron por su cuerpo para encender lámparas, explotar discos de plomo y derretir trozos de metal que sostenía en su mano, mientras la electricidad actuaba en él. Creó también un disparador de 135 pies con ruido de trueno incluido, además de inventar el robot de control remoto, mucho antes que Marconi experimentara con ondas de radio, en 1890.
Nikola Tesla almacenaba todo en su cerebro. Ya en la escuela se destacaba porque resolvía los problemas matemáticos siempre en forma mental y ya de adulto, diseñaba sus inventos visualizándolos, y llevándolos a la práctica muchos años después directamente, sin bosquejos previos. En determinado momento de su vida, debido a su tozudez en finalizar todos los proyectos que había iniciado, su sistema nervioso decayó y sufrió un colapso físico total.
Su supersensibilidad magnificaba su poder receptivo miles de veces. Fue así que sus agotados nervios se estremecían a la vista de la luz solar o ante el ruido del tráfico; incluso no soportaba el zumbido de las moscas o el tic-tac de un reloj ubicado en una habitación vecina, ya que esos pequeños ruidos, en su cerebro, retumbaban como puede retumbar en nuestras cabezas una gran explosión. En ese momento de gran sensibilidad aseguraba que podía encontrar objetos en la oscuridad con la ayuda de una luz en su mente.
Luego, ya repuesto de este colapso, mientras realizaba una de sus primeras caminatas junto a un amigo, cayó en trance mientras recitaba el Fausto de Goethe. Cuando salió de su trance, se encontraba en un estado de completo éxtasis, ya que había descubierto el secreto para conducir la corriente alterna.
Su amigo y autor de la única biografía de Tesla, el Premio Pulitzer John O’Neill relata que en el momento del descubrimiento, Nikola Tesla le decía al amigo que lo acompañaba: ”Estoy hablando de mi motor eléctrico. He resuelto el problema. ¿No lo ves, aquí delante mío, marchado silenciosamente?. Es el campo magnético rotativo lo que lo mueve. ¿No es hermoso? Y tan simple!. Mi motor liberará al hombre, haciendo todo el trabajo del mundo” (Por supuesto que la visualización del invento era solamente de él, que tenía grandes dificultades, para separar sus imágenes interiores de la realidad).
En 1884 Nikola Tesla llegó a Nueva York con menos de un dólar en el bolsillo (ya que le habían robado el equipaje), un libro con sus poemas y una carta de recomendación.
En esa época Edison era ya famoso mundialmente, y Nikola Tesla ansiaba trabajar junto a él, lo que consiguió; pero lo que no pudo, fue convencerlo de que usara su motor de corriente alterna, en vez del pesado motor de corriente continua que vendía la compañía.
Como Edison no estaba dispuesto a renunciar al uso de su descubrimiento, aunque la aplicación de la corriente alterna de Tesla (que es, recordemos, la que usamos hoy) fuese más efectiva, hubo un choque de personalidades que terminó con el trabajo en conjunto. Con el correr del tiempo, Nikola Tesla se fue popularizando en los medios científicos y técnicos. Daba elegantes cenas en el Waldorf Astoria, supervisando personalmente la cocina y luego invitaba a sus comensales a visitar su laboratorio y ver sus recientes inventos. Su biógrafo O’Neill describe así su laboratorio: “Es un lugar consistente en una serie de fuerzas, aparentemente ultraterrenas, que con dedos invisibles ponen objetos en movimiento y hacen brillar con colores raros y resplandecientes a los tubos de ensayo, transformando la habitación oscura en otra distinta, llena de sibilantes llamas generadas en monstruosos calderos”.
Tenía un dispositivo inalámbrico para producir electricidad por medio de vibración sincronizada.
Presentó, por ejemplo, un barco de juguete accionado por control remoto en el Madison Square Garden, adelantándose en 50 años a las bombas alemanas V-1 y V-2 accionadas por control remoto.
Nikola Tesla, un hombre de gran visión, pensaba que si podía iluminar por inducción una lámpara a una distancia de 3 o 4 metros; también podía repetir la experiencia en gran escala, poniendo a toda la Tierra en oscilación, logrando así que la luz y la energía mundial fuesen gratuitas para toda la Humanidad, por medio de sincronizadores similares a nuestras actuales radios de transistores.
En 1893, en la Asociación Nacional de Energía Eléctrica, Nikola Tesla decía: “La idea de transmitir información en forma inalámbrica es la consecuencia directa de los más recientes logros ... Ahora sabemos que las vibraciones eléctricas pueden transmitirse a través de un solo conductor. ¿Porqué no tratamos entonces de servirnos de la Tierra con ese propósito?. Un punto de importancia sería saber cual es la capacidad inductiva de la Tierra y que carga tendría al electrificarse”. En 1891 inventó una lámpara que usaba la misma cantidad de corriente que la de Edison (de filamento incandescente), pero daba veinte veces más luz. Su lámpara era un tubo de vidrio con un trozo de carbón fijado a un alambre, en el centro. Adentro había aire rarificado. Al electrificarse el carbón las moléculas de aire eran repelidas por el botón central, rebotaban contra la esfera y volvían nuevamente al centro; el carbón se calentaba, volviéndose incandescente.
De esta manera lograba las altas temperaturas con la que logró derretir rubíes y diamantes y que fue el principio para que años más tarde creara lo que el denominó “el rayo de la muerte” que según Tesla, podía hacer rebotar un rayo en la Luna y hoy sabemos que era el antecesor del Rayo Láser. Viéndo a la Tierra como a una gran lámpara, Nikola Tesla realizó el experimento más increíble de la historia registrado antes de 1945.
Usando sus generadores y transformadores logró producir energía con un exceso de 4.000.000 de voltios.
Enviando alto voltaje a un mástil de 70 mts. creó el equivalente de docenas de rayos con un ruido ensordecedor. No solo fabricó un Polo Sur artificial en el lado opuesto de la Tierra; produciendo las oscilaciones mundiales que había previsto, sino que logró encender lámparas ubicadas a 40 kms. de su laboratorio. Este experimento hizo volar la usina de Colorado, lo que lo alejó de la comunidad, que lo empezó a mirar como a un ser peligroso.
Pero lo que lo convirtió en un alienado para la sociedad, fueron sus contactos extraterrestres. Cierto día, mientras se encontraba solo en su laboratorio, sus equipos recibieron una señal codificada; como aún no existían las estaciones de radio, la única explicación era una comunicación interplanetaria, que Tesla juzgó provenía de Marte o de Venus.
En 1901 escribió un artículo titulado “Hablando con los planetas”.
Cuando se inicia el siglo XX , Nikola Tesla volvió a Nueva York con una decisión tomada: Su plan de distribución gratuita a nivel mundial de energía.
Diseñó gigantescas emisoras, suponiendo que seis de ellas bastarían para proveer de electricidad inalámbrica y transmisión telefónica a todo el mundo.
Pero para este colosal emprendimiento necesitaba forzosamente un caudal importante de dinero, por lo que negoció con J.P. Morgan, quien le dio a Tesla u$s 150.000 a cambio del 51% de todas las patentes de su invención y las futuras estarían a nombre de Morgan y como Tesla estaba decidido a dar forma a su proyecto sacrificó sus ansias de fama y dinero en pos de su altruista plan.
Fue así que comenzó la construcción de Wardenclyffe en Long Island, el 3 de julio de 1901, cuando estaba por cumplir sus 45 años de edad.
La obra fue dirigida por Stanford White, el diseñador del Arco de Washington. Estaba prevista una torre de 65 mts. con una terminal esférica de 20 mts. de diámetro encima; pero los altos costos llevaron a no poder continuar la obra.
Entre octubre de 1903 y febrero de 1906 escribió más de
10 cartas a Morgan pidiéndole dinero para completar el proyecto; pero el magnate se ajustó a lo estipulado en el contrato firmado y le negó la ayuda económica.
Así fue que el quebranto económico y el mísero contrato firmado con Morgan no le permitieron completar la construcción de Wardenclyffe y lo privaron de su meta de entregar a la Humanidad toda, la energía necesaria, totalmente gratis. No hay dudas que Nikola Tesla era un psíquico. Su memoria fotográfica, sus posibilidades de visualización y su fisiología supersensible lo ubican en una categoría única. Cuando viajó a Europa en 1890 por la muerte de su madre tuvo la oportunidad de mantener interesantes charlas con el famoso parapsicólogo Williams Crookes y esos diálogos lo llevaron a creer en la telepatía y en la vida después de la muerte; pero ni siquiera la visión de la aparición de su madre el día en que murió le cambió (ni siquiera en el último minuto de vida) su “racionalismo científico”. A pesar de que sus inventos le llegaban como revelaciones, nunca se creyó metapsíquico.
Su contacto extraterrestre le dio fama entre los ocultistas y se tejieron leyendas sobre su nacimiento en una nave espacial y una herencia venusina.
La semana de su muerte tuvo una visión de su amigo Mark Twain e insistió en que se encontraba vivo, a pesar de haber muerto 25 años antes. Aunque su patria natal le proveía una pensión de u$s 7.500 anuales y lo proclamó héroe nacional, Nikola Tesla murió en la extrema pobreza.
Su amigo John O’Neill autor de su biografía “Genio Prohibido” cuenta que Nikola Tesla murió en soledad y pobreza, pero interiormente satisfecho consigo mismo.
Sus obras sacaron a la humanidad del primitivismo y dieron al hombre una libertad tecnológica que nadie pensaba se podía lograr.
Lamentablemente, la avaricia ajena y los prejuicios de su época entorpecieron su gran proyecto, su meta altruista que hubiera permitido a toda la Humanidad contar con energía gratuita y permanente en todos los rincones del planeta. Hoy nadie recuerda y muy pocos conocen a este ser, adelantado a su época, a quien le debemos muchos de los elementos que hoy disfrutamos.
Nikola Tesla, tal vez, un ser no-humano que llegó para cumplir una importante misión, como fue brindar a la Humanidad adelantos técnicos y utopías que todavía se pueden realizar.
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